miércoles, 20 de diciembre de 2017

SOL NEGRO, DEPRESION Y MELANCOLIA de Julia Kristeva


WunderKammer publica el texto de Kristeva treinta años después

De la tristeza y la melancolía


“Escribir sobre la melancolía no tendría sentido, para quienes la melancolía devasta, si lo escrito no proviene de la propia melancolía. Trato de hablarles de un abismo de tristeza, de dolor incomunicable que nos absorbe a veces, y a menudo duraderamente, hasta hacernos perder el gusto por cualquier palabra, cualquier acto, inclusive, el gusto por la vida”. Así comienza uno de los textos más intensos sobre la pesadumbre de estar vivo, que diría Darío, un texto que ahondaba en esos sucesos, recuerdos, hechos, que nos colocan en un lugar aciago para el ser, que apaga el latido y silencia el entusiasmo, que inyecta en las ganas, en el ánimo, la emboscada del abandono -en su acepción más trágica-.

‘Sol negro, depresión y melancolía’ está escrito en primera persona por una de las mentes más estimulantes para los lectores, Julia Kristeva (Bulgaria, 1941), lingüista, psicoanalista, escritora, crítica literaria, feminista… un crisol de maneras de mirar y de habitar el mundo que confluyen en una capacidad fulminante para expresar aquello que exactamente quiere decir y dejar todo el espacio pasible para que el lector refute, complete, extienda.

Treinta años después de la publicación del texto, la editorial Wunderkammer lo retoma, traducido en esta ocasión por Mariela Sánchez Urdaneta, incluyendo un pórtico luminoso de la propia Kristeva. Treinta años después, las cuestiones que plantea el libro se mantienen candentes; al fin y al cabo, cualquier libro honesto no puede clausurar sino abrir hendiduras, inaugurar otros intentos de abordar las cuestiones que dan sentido al ser.

Kristeva se adentra en aquellos territorios (transitorios, insistentes, devastadores) en los que el sentido de la vida se oculta, como ese sol negro. Una pérdida -y las hay de todos los tallajes- es capaz de arrastrarnos a esa sima de la que no se sale con facilidad, mucho menos indemne. “Esta desesperanza no es un hastío que me hace capaz de deseo y de creación, negativos cierto, pero existentes. En la depresión, si mi existencia está a punto de dar un vuelco, su sinsentido no es trágico: me parece evidente, deslumbrante, ineluctable. ¿De dónde viene ese sol negro? ¿De qué galaxia rayos invisibles y pesados me clavan al suelo, a la cama, al mutismo, a la renuncia?”.

¿Es, la tristeza instaurada, un síntoma de un narcisismo no simbolizable? ¿De un deseo insospechado? ¿Puede hablarse de un sufrimiento erótico? ¿A qué herida nos empuja la tristeza, la melancolía? Julia Kristeva siempre coloca en exposición aquello en lo que nos jugamos.

La poesía puede sostener al sujeto ante el desmoronamiento simbólico de la pérdida, pero ¿de qué otro modo enfrentarse a ella? ¿Cabe, en cualquier caso, alternativa posible? ¿Qué límite se encuentra en esta orografía sinuosa? ¿Qué goce se recibe? ¿Qué daño causa, a quien la padece, a quien queda en derredor del triste, del melancólico, del abatido? ¿Daña? ¿Se daña? ¿Puede amar o solo causar dolor?

‘Sol, tristeza y melancolía’, un ensayo que servirá de báculo al hombre postmoderno, un hombre marcado -según Maillard- por el hastío vital, por el aburrimiento, al que le arden las pérdidas. Treinta años después, en esta edición que es un libro-objeto, un objeto delicado, por su gramaje, su tipografía, el modo en que está impreso, el texto de Kristeva vuelve a erigirse como una invitación a repensarse.



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